Habitado siempre por un profundo sentimiento según el cual no existe la suerte ni la mala suerte, o lo que muchas veces he oído definir como "Castigo Divino", en un determinado momento de mi vida comencé a preguntarme por qué el mundo estaba habitado por tanto sufrimiento y sobre todo por qué algunos están destinados a un camino de vida doloroso y otros menos...

y es precisamente como respuesta a estas preguntas que llegó la Metamedicina a mi vida; muchos dirían por casualidad, siento que llegó por sincronicidad.
Precisamente en uno de los períodos oscuros, cuando me sentía espectador de mi vida, cuando sentía que la vida pasaba y yo era incapaz de intervenir en los acontecimientos que me sucedían, la Metamedicina intervino para darme las herramientas para aprender, lo que defino como la lección de la vida más importante y más difícil: “Amarme a mí mismo”

que hasta ese momento (durante 40 años) había vivido completamente al servicio de los demás, convirtiéndome en lo que los demás me pedían ser y hasta el punto de ya no saber cuáles eran mis necesidades, yo que hasta ese momento había sido yo era el juez más severo de mí mismo, exigiendo alcanzar una perfección inexistente, yo que dispensaba sí a todos y muchos no a mí mismo, después de un autosabotaje más a mis metas y a mi vida, comencé a preguntarme si no era realmente soy responsable de lo mio sufrimiento y así encontré la respuesta en la Metamedicina, a través de una consulta, que me liberó del rol de salvador que me había asignado y me enseñó a ser cocreador de mi vida.