Nací en Milán, y ya desde muy pequeña me fascinaba la máxima latina que dice "cuerpo sano, mente sana", eran principios de los años ochenta, y en aquel entonces esta máxima no estaba tan de moda, pero ya estaba algo que formaba parte de mí, y decido trabajar en el campo del bienestar, profundizo en técnicas de masaje tradicional y oriental, shiatzu, tratamientos ayurvédicos, reflexología podal, cristaloterapia, donde todas estas técnicas tienen en cuenta la reacción entre cuerpo- mente-espíritu.

Todo esto me lleva a tener siempre en cuenta la historia personal de mi cliente y la experiencia me enseñó que existía una relación entre el pasado y el presente y cuánto podía impactar este pasado en los temas no resueltos del presente.

También me di cuenta de cuánto los niños podían absorber los estados emocionales de sus padres y que el clima emocional que vivían en el hogar afectaba el estado de salud y el futuro del niño y poco a poco en mi trabajo aprendí intuitivamente estas nociones, apliqué técnicas de relajación que me llevaron al surgimiento de la

pasado y luego combinarlo con el presente no resuelto.

Un día le describí este método a una amiga y ella me dijo que mi método tenía algunas similitudes con la metamedicina que yo desconocía por completo en ese momento.

Para mí, sólo oír el nombre “metamedicina” era como el repique de campanas navideñas.

Algo especial estaba pasando, intrigada en cuanto pude me metí en internet para saber más, y muy poco después sin preguntarme mucho por qué comencé el

 Camino de la metamedicina. Era principios del 219.

La metamedicina responde a muchas de mis preguntas ampliando y completando mi trabajo, mejora mi vida haciéndola más liviana, donde los eventos que suceden deben ser leídos no sólo como eventos en sí mismos sino como maestros que tienen algo que decirnos o enseñarnos.  

Estoy muy feliz de haber aprendido estas claves de comprensión que aplico en mí y en mi trabajo siempre como relación de ayuda, dividiéndome entre Bolonia y Milán.