Soy diseñadora, autoproduzco cosmética natural y joyería con plantas y flores, operadora de aromaterapia y floroterapia, hago mil cosas y me encanta cantar...

Llegué a mi primer seminario de Metamedicina después de haber pasado por muchas situaciones difíciles, malas relaciones, dificultades económicas y pequeños pero infinitos problemas de salud.

Todo lo que me comprometí creció y luego, en algún momento, colapsó. Había llegado a la conclusión de que mi misión en esta vida era hacer crecer las situaciones en las que me encontraba, para luego, una vez terminada la tarea, irme con las manos vacías y empezar de nuevo. En todos los sentidos.

Pero en todo este torbellino, ¿dónde estaba yo?

A veces me sentía rodeado por una nube negra . Me sentí como un extraterrestre: estaba triste, infeliz, enojado con el mundo, terriblemente solo, siempre fuera de lugar o fuera de tiempo. ...y somaticé todo: tuve tos por reflujo, interminable, incurable, durante 8 años, luego dolores de espalda, hernias, dolores musculares y síntomas extraños que aparecían y luego desaparecían solos... mi cuerpo siempre me mandaba señales. Cuando yo también dejé de cantar y para mí fue tocar fondo. Todo empeoró y comencé a tomar antidepresivos aunque nunca se lo había contado a nadie. Pero no, esa no podría ser la solución.

La metamedicina me permitió barrer esa nube, verme, encontrarme, sanarme, acogerme y tratar de traer al mundo toda la armonía, la luz, los colores y la alegría con la que llegué aquí y allá . Siempre había creído que tenía que mantener las cosas ocultas para no molestar, no decepcionar o enojar a nadie, que tenía que quedarme en mi rinconcito porque los demás siempre tenían algo o alguien más importante mientras yo no. Al hacerlo (aunque hoy entendí hasta qué punto era una defensa), me ocupé en volverme bueno en mil cosas para ser aceptado, visto, pero luego siempre me quedé un paso atrás, en la sombra y sólo me permití el migajas.

Hoy soy yo quien me ve y me reconoce, he aprendido a defender y amar a la niña que fui, a acoger todo lo lindo que la vida quiere darme, mi cuerpo sigue comunicándose conmigo pero ahora él y yo entendemos. Una de la otra historia, me encuentro caminando por el bosque, respirando, sintiéndome agradecida y diciéndome a mí misma que ahora soy feliz , que la vida es maravillosa y que todo lo que sucede siempre es correcto y simplemente nos da la oportunidad de aprender algo nuevo.

Agradezco a Claudia Rainville, Yvan Herin y a todos los consultores que me ayudaron cada día con esta maravillosa transformación y hoy lo que quisiera de corazón es poder ayudar a otros a sentir esta espléndida ligereza, ...exactamente como se hizo. conmigo .